18.8.10

ROZA LA ORTIGA




























‘Roza la ortiga’ una muestra de bordados, los más diminutos y
delicados, de Adriana Torres y Leonor Barreiro.
Será el Sábado 21 a las 17 hs. en Formosa.

Cocina: Melina Ojea.

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FORMOSA

Delgado 1235, Colegiales
www.flickr.com/photos/salaformosa

www.formosa-mensaje.blogspot.com


15.8.10

Tejer para bailar

Fidelina Bedoya Llanos nació en Culpina, un municipio
boliviano de la provincia de Sud Cinti , departamento de
Chuquisaca. La región de Culpina es un vallecito, ubicado a 3.000
metros sobre el nivel del mar. Desde hace algunos años, emigró
a la Argentina junto con su familia para trabajar. Vivió en
Buratovich con su marido y sus tres hijos, en una casa que
construyeron con su trabajo en la cosecha de cebolla hasta el
año pasado. Actualmente vive en Comodoro Rivadavia. Como
muchas mujeres de su familia, Fidelina teje desde chica.
 
Es una costumbre allá donde yo he vivido, antes de salir a
bailar o a las fiestas, la mujer campesina tiene que
aprender a tejer, cositas chiquitas, pero con telar.
Después así, tenés que ir tejiendo así, primero una cosa
más chiquita, después más grande... hay una cosa que se llama
aguayo, después vas por una cama... es como una frazada, un
acolchado... eso usamos nosotros... tienes que hacer dos, tres, por lo
menos. Con dos recién podés salir a bailar. Recién pertenecés bien
como la gente, sino hacés esas cosas sos criticada por la misma
comunidad.
Claro, sino sabés tejer sos una chica vaga; sin saber hacer las cosas
ya fuiste a bailar, fuiste a las fiestas, por ahí ya te conseguiste un
novio y todas esas cosas... ya te empiezan a criticar... Entonces por
lo tanto pensá que si o si, tenés que tener esas cosas... aprender a
tejer, aprender a hacer, y entre esas cocinar, lavar la ropa, atender a
tus hermanos.
 
Mi mamá me enseñó cuando tenía trece... yo como era tan
inquieta... quería aprender tan rápido a bailar, empecé a tejer a
los trece años, catorce.
 
Eso porque yo ya tenía otras amigas que ya salían a bailar y yo no
todavía; pero esas, mis amigas, claro porque ya habían aprendido a
tejer... Algunas... algunas no. Entonces mi mamá y mi papá como
eran, como respetan tanto la tradición, me decían:
 
no, vos tenés que aprender a tejer y a hacer las cosas
que tienes que hacer.
 
Y todo, todo lo que es cocina y el tejido y todo eso, me lo enseñó
mi mamá, y cuestiones como los trabajos de campo, mi papá...
 
Mi mamá se quedó sin mamá a los siete, ocho años. Le enseñó la
hermana mayor. En general le enseñan las madres a las hijas, o las
hermanas mayores, con la persona que se crían... pero es una
tradición que siempre tienen que, antes de ir a una fiesta, eh,
aprender a tejer y hacer estas cosas que hacemos nosotros.
 
Culpina
Era un pueblito chiquito que ahora lo vi tan extraño, creció.. el
pueblo. El campo sigue lo mismo como era, por ahí tiene un poco
más, hubo mejoramientos, tienen muchos préstamos la gente, y ahí
en el pueblo hay un banco. Un poco se adelantó el campo. El
pueblo también creció. Lo vi distinto.
Era muy distinto, era un pueblo más chico, poca gente, ahora hay
más gente, hay más movimiento, casi todos tienen auto, camionetas,
camiones ... Cuando yo estaba joven, cuando estaba soltera allá la
gente andaba caminando o en bicicleta ahora todos tienen auto, hay
líneas de buses, hay rutas.
Es una zona rural que vive de la agricultura, que produce todo,
produce papa, maíz... todo lo que vos pongas. Menos las cosas que
se dan en lugares calientes, es medio vallecito.
Después vine acá a Burato, me encontré con más gente culpineña
que ya todos tejían, crochaban, las cosas que hacíamos allá empecé a
ver más de cerca, me empezó a gustar... y también empecé a entrar
más en confianza, entonces hacía... lo sigo haciendo.
Acá en Argentina, la costumbre de tejer se perdió casi,
pero si vos vas allá si. Acá los que ya están aquí años ya
no hacen ... hay algunas que si hacen tejido a crochet,
cubrecamas le llamamos nosotros, eso si algunos lo
hacen. Pero el tejido de telar, esas cosas, se perdió... solamente
agarran a dos agujas y a crochet.
 
Y ya se está perdiendo nuestra cultura. Los culpineños no hablan
quechua, pero si hay gente hablando que vienen del norte hay, si.
Y no, yo veo que no, no se habla, se está perdiendo la costumbre,
se está perdiendo el idioma, que no le hablamos y si lo hablás sos
criticado por la gente, por los argentinos y por la misma gente de la
colectividad de nosotros. Y eso es falta de información, ignorancia.
Ignorancia.
En Culpina ya no. La mujer allá en Culpina últimamente se está
dedicando a los productos, a hacer el trabajo como acá trabajamos,
se dedican a trabajar, a producir y a vivir del campo. Ya no como
antes, yo me acuerdo mi mamá, mis abuelos, mis tíos todos
hacíamos, hacían cortes, así se llamaba eso.
Hacían una tela de todo, o sea ellos primero empezaban a hilar la
lana de oveja, bien finita, finita y después de eso hacían tejer, hacían
una tela inmensa, grande y eso creo que se vendía por metro...por
paño... con el mismo telar lo hacían. Y bueno la gente vivía de eso,
años.
Cuando yo ya era grande todavía vendían eso. A mi, mi mamá
también me hizo hacer. Lo vendió ella, en realidad el ponchito que
yo hice, lo vendió ella y luego nos compró algo. Todas esas cosas
ahora se perdieron. La mujer de Culpina ya se dedica ahora a la
agricultura y...
Tejer para vivir
A mi me gustaría vivir de esto. Es un trabajo que te gusta, que estás
en tu casa. Es un trabajo que te sentís cómoda haciendo lo que
sabes hacer.
 
Y si tendría adónde venderlo uno lo hace encantada, lo hace, lo
podría hacer como nos hacían hacer nuestros papás, nuestras
familias...
Ellos así, cuando llegaba alguna fiesta para vender las cosas, nos
hacían trabajar hasta altas horas de la noche, nosotros teníamos que
hacerlo porque teníamos que ver la plata, para ayudar en la familia,
también estaba joven, la plata la necesitaba para ropa.
Entonces tenía que hilar, hilar, hilar hasta las doce de la noche, once
de la noche y a la mañana igual levantarme tempranito y ponerme a
hilar porque uno, uno cuando vive de eso, te emociona. Por ahí ni
sueño, tenés por hacer.
Una cosa es vivir de eso, por eso te digo, cuando uno vive de eso,
ve la plata del trabajo que estás haciendo, no tenés sueño.
Es un trabajo que disfrutas más, porque como quien dice, también
obliga la necesidad.
Si vos tenés una persona que te lo compra, tal prenda que estás
haciendo, tenés que hacerlo por cumplir, porque sabés que te va a
pagar bien, entonces lo hacés contenta porque sabés que vas a
recibir, digamos. Eso es lo que nos hacía hacer mi mamá a
nosotros. Para cada fiesta que había, ella nos hacia hilar hasta altas
horas de la noche y teníamos que hacer.
Cebolla y tejido
Mis hijos saben, saben porque yo les cuento, el papá también les
cuenta a ellos, que sino estudiaba tenía que ir a trabajar al campo. Y
yo también les cuento.
Aquí en la argentina yo veo que los hombres también hacen cosas
de mujeres y enseñan, y están en público, están en la tele, entonces
yo veo.. como los cocineros, o el maestro que viene a enseñar, que
yo he ido a clases... y era hombre!, sabía como una mujer, entonces
yo les explico. Cuando están mi hijos conmigo, ellos se sientan a
hacer conmigo porque dicen que se siente relajados.
 
mami ¿vos también te sentís tranquila cuando estás
haciendo eso?
Si. Es una cosa que te relaja, cuando tenés problemas, cuando te
está pasando algo. Voy y agarro. Siempre tengo para tejer algo al
crochet o a dos agujas.
Es así, es... terapia. Es terapia el tejido. Para mi es terapia. Mi hijos
lo toman igual, como tranquilizar, mami dicen, te relajás acá con estas
cosas! Porque hay que concentrarse.